
Me gusta abrazarla desde atrás, cuando se mira al espejo, besarle las sienes con delicadeza e irme, callado. Ella me atisba sin voltear y sigue maquillándose, atenta y sonriente. Cuando ya no estoy, da un salto imperceptible, se pone del otro lado del espejo convertida en Zoe, que es zurda, y me deja estar todo el rato que yo quiera a solas con Noelia.