Hay cosas que no puedo explicar muchas veces. Si no es porque se me traban las palabras, es por el tragarme mi llanto y lo sabes. Hay cosas que no puedo explicar, cosas como por qué, desde que te conocí una mañana de junio, paso parte de mi día a día sonriendo. Acordándome de cosas y momentos, de experiencias, alegrías, etapas racionales, momentos de tristeza y hasta discusiones que luego se convierten de nuevo en una sonrisa, la tuya o la mía. Me acuerdo de la única vez que almorzamos juntos, en un restaurante oriental, con bufet incluido y a cada locura que decía tu te reías con ganas, disfruté mucho esa tarde porque tu risa me llenó, porque mientras te alegrabas, pensaba en que eres la persona más linda que he podido conocer, lo recuerdo tan bien porque nuestras conversaciones largas y diarias se fueron haciendo, más que una compañía durante las labores, una razón para quererte. No puedo explicarme cosas, como oir canciones a las que no estaba acostumbrado, cosas como sentir celos por alguien a quien quieres mucho, volar al teléfono para contar una nueva anecdota o incluso compartir detallitos tan sosos para otros pero importantes para tí o para mí. Me haces sentir como un muchachito tonto que se rinde a tus pies, completamente enamorado, que saborea tus labios con pasión infantil, como si el besarte fuera toparse con un nuevo descubrimiento. Me empezaron a gustar los Yorkshires y hasta pensar en la idea de tener un par para hacerme compañía en momentos de soledad. Idear un momento perfecto como preocuparme por que siempre estés bien, preparate con ganas el desayuno y llevartelo a la cama, o salir a caminar sin rumbo, como lo hacemos muchas veces y nos convertimos en dueños de la noche y sus calles, ver al robot chicken, reirnos sin fin, disfrutar una buena película jugando con nuestras manos, robándonos un beso, riéndonos a carcajadas.
Me haces querer abrazarte muy fuerte y no soltarte, apretarte entre mis brazos y derretirme con tu olor. Me provoca decirte mil motivos de cariño, me gana la sensación de hablarte cosas de las que no acostumbro y engreirme con ganas. Pegarme a tu cuello y besarlo de a pocos, quedarme en tus pecas emparejadas, verte de frente o de perfil, quedarme boquiabierto sin escucharte, mientras mi cabeza maquina como asaltarte con besos porque tu carita tierna me remueve el enjambre de mariposas en el estómago. Aprender un Ai Shiteru, y hacerte sonreir cuando lo oigas en alguna otra parte, como una serie de televisión. Bloqueo cualquier intento de coqueteo externo porque existes tú, porque es mi forma de darme a tí, de guardarte un respeto por todo ese cariño compartido. Si para mi fuera sencillo explicar muchas cosas, empezando por explicarmelas yo, creo que no habría aprendido a quererte como te quiero. Te quiero.
SG, hoy sábado que no te veré y ya te extraño desde ayer.
2 comentarios:
Como me gustaría volver a sentir así... (y que envidia por esa persona). Bellisimo.
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