Levanté la cabeza y vi el cielo. Las nubes teñidas de naranja y el sol -muriendo a lo lejos-, me hicieron recordar nuestro lugar, el lugar desde que cada tarde, todas las tardes, al lado del mismo árbol, en el ángulo que forman sus ramas en aureola, tu perfil se llena del mismo color del ocaso. Sonries, siento que todo empieza y en adelante, tus abrazos y besos serán el recuerdo que me acompañará en sueños. El sabor de tus labios, el calor de tus abrazos y, en cada pausa, tus ojos se entrecierran tiernamente. Vuelves a sonreir. Mientras anochece, nos seguimos queriendo mucho.
Gigio
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