martes, febrero 14, 2006

Lost & Found

Según cita Alfredo Bryce en 'La Amigdalitis de Tarzán', en 1980 Fernanda María del Monte Montes fue atracada por una gavilla en Oakland, California, habiendo sido despojada de muchas cartas de su amigo y corresponsal, Juan Manuel Carpio. Tras algunas semanas, el Departamento de Policía de Oakland dispuso como evidencia de hurto menor un morral repleto de cartas manuscritas, las cuales fueron depositadas en los archivos del Departamento (445 7Th Street, Oakland, California CA 94607). De ahí se extrae la siguiente, ilegible en ciertos tramos debido al deterioro ocasionado por el paso del tiempo.

Sello Exterior [EVIDENCE: St. of California vs. Junior H. Maddings (Minor Burglary) / FILE: RTr-Set.5.1982. 17th. Hall / EXHIBIT: 136 - 160]
Mahón, Agosto de 1980.

Si hay algo que más me apena ex-ante es que alguna vez nos tengamos que convertir nada más que en un buen recuerdo, Fernanda. Y es que en la atropellada manera en que han ido y han vuelto estas cartas, cerrando tiempos, acordes y distancias, no hacen más que recordarme cuán lejos sigues estando de mí y cuán cerca sólo tengo a las palabras que me obsequia Sinatra para recitártelas como si estuvieras a tiro de piedra /ilegible/ Acabo de componer un disco que no me ha sabido a nada, excepto a tu ausencia. La verdad es que decidí hacerlo como si en realidad estuviera hablándote en la playa en alguna aún no realizada vacación. Fue más fácil cuando puse tu retrato frente a mí y entre tintorettos y dobles on-the-rocks fui afinando las dieciséis canciones que arman el disco. La verdad es que el productor/ilegible/ ... Mía, nos ha bastado este escaso pedazo de vida para enterarnos dolorosamente aquello que tiene que ver con la hora de llegada. Esto lo hemos dicho y escrito tantas veces que sé que entiendes perfectamente a lo que me refiero. El estimated time of arrival que hizo que a lo mejor José Alfredo tuviera razón en eso de que no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar, como previendo aquello de tu araucanote con crin y el no dejar de sentirme celoso porque -a pesar de todo lo fracasado que viene siendo-, él sí supo llegar primero a tu vida. Eso sí, la piadosa mentira de hacerlo putativo nos ha servido bastante bien a los cuatro, crin incluída. /ilegible/ Tomo graciosa nota que me has hecho presente en todos los actos leves y solemnes de tu vida, pese a no estar a la altura de tus abolénguicos y muy salvadoreños apellidazos, de modo que en el próximo cartel de panadería que pintes con ésas, the most charming hands of yours, sabré perfectamente que aún en el más horroroso bollo que puedas chantar allí no habrás dejado de pensar en este peruano. Demás está decir que yo no dejo de pensar en ti ni un solo momento, Colorada, por más que, como te decía al comienzo, me joda tanto el enterarme que algún día sólo vamos a ser un buen recuerdo el uno en el otro.

Te besa,

Juan Manuel Carpio, Cantautor.

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