lunes, setiembre 04, 2006

Para Un Setiembre, Alguna Vez



Dijimos que cuando llegara el día nos iríamos a una playa, pondríamos unas tumbonas y reposaríamos mirando al sol caer sobre el mar. Habíamos quedado que la playa sería la de ... y que nos veríamos un día como el de hoy, puntualmente a las cinco. Que vendrías sí o sí. Que vendrías, rain or shine.

Hace frío pues no es primavera aún, y estoy empezando a pensar que escogimos mal la fecha. Fuiste tú, con tu habitual testarudez quien la eligió. 'Ponte a pensar -me dijiste- si aún hace algo de frío es menos probable que haya gente en la playa y a lo mejor te liga algo, quién sabe, sobre la arena: tú y yo, skin to skin...' y te echaste a reír radiante, loquita. Te agarré a besos.

Tomo asiento y pongo en tu lugar la colcha de lana que compré para ti. No veo las horas en que tu mano, se cierre suavemente sobre la mía -tantos años después de que prometiéramos encontrarnos aquí, hoy, sin saber que nuestras manos estarían llenas de venas azules y de temblores, tan propios de nuestra edad- y te pueda volver a decir, mirando en la brillante profundidad de tus ojos negros, que todavía siento tu bello e inconfundible olor. Que aún hueles a niñita mojada.

Empieza a hacer frío y el sol cae. Ahora son más de las cinco, pero sigo aquí.

Como toda mi vida: esperándote.

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